Guije.com Hernando de Soto y Ponce de León en La Habana, Cuba en la edición de Carteles que circuló el 13 de agosto de 1939.
  
Hernando de Soto y Ponce de León en La Habana, Cuba en la revista Carteles del 13 de agosto de 1939, Cuba

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Hernando de Soto y Ponce de León en La Habana, Cuba, en la revista Carteles del 13 de agosto de 1939

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“Incidente de Hernando de Soto
“con Ponce de León, en La Habana.”
“Parte la Expedición para la Florida.”
“Cuba, Víctima de esa Empresa Conquistadora.”

por Roig de Leuchsenring
En la revista Carteles del 13 de agosto de 1939


“No quiso Hernando de Soto abandonar La Habana y aventurarse en tierras de La Florida, sin tener antes conocimiento de los lugares por donde mejor debía desembarcar e internarse en aquel desconocido territorio.


“Al efecto ordenó, a primeros de septiembre, saliese de La Habana con tal misión exploradora, en un bergantín y con cincuenta hombres, el marino, cosmógrafo y astrólogo Juan de Añasco, que ostentaba el cargo de contador de Real Hacienda para La Florida, el cual, según aparece en la carta a S. M. de los oficiales reales, que él mismo firma, de 18 de mayo de 1539, aunque pasó muchos, trabajos, por haber partido en invierno, y haber tenido que repetir el viaje, pues las primeras noticias que trajo no satisficieron al Adelantado, recomendó favorablemente, como lugar adecuado para el desembarco, la bahía del Espíritu Santo, en donde antes había desembarcado Narváez. Trajo Añasco cuatro indios floridanos, para que sirviesen de intérpretes, y de ellos dice que "son de tanta razón, que ya se entienden con nosotros en alguna manera, y dan muy larga esperanza de aquella tierra tanto que todos van muy alegres y contentos". Dos meses invirtió Añaszo en su primer viaje, y tres en el segundo.


“Encontrándose en La Habana tuvo Soto un grave incidente, satisfactoriamente resuelto al fin, con Hernán Ponce de León, uno de los conquistadores del Perú, que allí había logrado cuantiosa fortuna.


“Soto y Ponce tenían firmada en el Cuzco, a 27 de junio de 1535, poco antes de salir el primero para Castilla, una escritura de hermandad y compañía, por la cual convinieron en repartirse hermanablemente todas sus ganancias y adquisiciones en rescates, minas y en la guerra, así como todo lo que por otras vías y maneras llegase a poder de ellos; "género de pacto -según Pezuela- muy común entre los que conquistaron la parte Meridional del Continente".


“Dando al olvido por completo su compromiso, Ponce, a quien la fortuna había favorecido pródigamente, después de realizar sus riquezas, embarcó rumbo a la, Península a fin de disfrutarlas libremente. Pero el mal tiempo obligó a la nave a refugiarse en el puerto de La Habana, donde una vez fondeada y enterado Soto de que a bordo de ella viajaba su antiguo compañero y socio, envió emisario a saludarle e invitarlo a que desembarcara; pero éste, que no pensaba rendir cuenta a su socio, según apuntamos, trató de poner a buen recaudo parte de su fortuna haciéndola enterrar secretamente en la costa. Los hombres de Soto espiaron esta maniobra, que envolvía una traición de Ponce hacia Soto, y se apoderaron de las arcas con el tesoro, llevándoselas al Adelantado, quien, haciendo gala de refinada y perversa habilidad, mandó entregar a su infiel amigo las dos arcas intactas y cerradas, y por si ello fuera poco, le ofreció partir con él las utilidades que obtuviera en la expedición de La Florida. Ante esta actitud, Ponce tuvo que pedirle perdón a su compañero y se prestó a renovar la antigua escritura de hermandad y compañía, firmando otra, en la morada del Adelantado, el 13 de mayo, expresando que aprobaban las reparticiones que hasta entonces se habían hecho, tornando, hasta que otra cosa se concertase, a permanecer de nuevo en dicha compañía y hermandad, y por lo tanto, repartirse entre ambos sus ganancias, así de granjerías de indios, como de rescate, minas y guerras y también de cualquier merced que S. M. le hiciese a cualquiera de ellos, así de oficios y cargos como otros cualesquiera, y provechos y rentas que de S. M. hubiesen. Ponce dio por bien hecho y gastado por Soto cuanto éste había invertido con motivo de la proyectada expedición a La Florida. Uno y otro dieron por liquidadas hasta ese momento las cuentas anteriores pendientes, así tocante a la compañía como de cualquiera otra procedencia, no quedando a deber nada una parte a la otra.


“El mismo día se firmó otra escritura por la que Soto daba poder a Ponce de León para desempeñar con el oro, plata y joyas que este último poseía pertenecientes a la compañía, el título y privilegio en las rentas reales de la seda en la ciudad de Granada, a un costo de 300.000 maravedís de renta anuales, que aunque perteneciente de por mitad a ambos socios, Soto lo había empeñado a unos mercaderes de la ciudad de Sevilla. En esta nueva escritura, una vez separado dicho título de la compañía, convinieron en que de lo que quedare a Ponce de León del oro y plata de la propiedad de la compañía después de desempeñado el título, se tomase la cantidad suficiente para que Ponce comprase donde quisiera y para su exclusiva propiedad otros 150.000 maravedís de renta, sin participación alguna a favor de Soto, en razón de que este último tomaría para sí, sus herederos o quien él quisiera, otra cantidad de oro que produjese la misma renta, de cualesquiera bienes, provechos, oro, plata o granjerías que hubiese la compañía, así de la conquista de La Florida "como de otras cualesquier fazienda que en otras partes tengamos".


“Pezuela da cuenta, sin referirse a estas escrituras, que aparecen en la obra del Solar y Rujula, de un regalo de diez mil pesos de oro que Ponce le hizo a la esposa de Soto, con consentimiento de éste.


“Que Ponce sólo había accedido a firmar estas escrituras con Soto, por no haber podido librarse de tal compromiso, lo demuestra el hecho de que el mismo día en que firmó las dos escrituras anteriores, pasó al oficio de otro escribano de S. M. en la villa de La Habana, nombrado Mauricio Zapata, y por ante él hizo una protesta y reclamación sobre la escritura de hermandad y compañía que momentos antes había sido obligado a firmar a la fuerza y contra su voluntad, "por estar, como él estaba, en poder del Adelantado". Ponce esperó para actuar a que Soto hubiese abandonado La Habana, y así que partió la armada se personó ante el teniente de gobernador Juan de Rojas, denunciándole haberle entregado, contra su voluntad, a la esposa de Soto, diez mil pesos de oro, sin debérselos, "forzado de temor no le quitase como hombre poderoso toda la hacienda que traía del Perú", y pidiendo le fuese devuelta esa cantidad por doña Isabel de Bobadilla.


“Pero ésta no se amilano ante la demanda y revelándose tan hábil como su esposo y con no menor entereza de carácter, muy propia y en muchas ocasiones demostrada por las mujeres de su familia, requiere a Ponce por ante el escribano Cepero, y en la comparecencia, celebrada el 2 de junio, "para que ahora que ya no está su esposo en Cuba, y se encuentra libre para actuar y con toda su hacienda en su poder, diga ante el escribano, sin el pretexto de alegar que se le hace fuerza o extorsión alguna, si espontáneamente y de su propia voluntad quiere otorgar aquella escritura de 13 de mayo, y en caso contrario si prefiere deshacer la compañía que tiene con su esposo, que aquello que él quiera así se hará cumplir".


“Ante este dilema, Ponce se dio por vencido nuevamente, ahora ante doña Isabel de Bobadilla, y manifestó que la protesta hecha ante Zapata lo había sido por la pasión y el odio que en aquella ocasión tenía, pero que después de la partida del Adelantado para La Florida, mirando y pensando bien, sin odio ni pasión, el provecho que se le esperaba de dicha compañía, daba por sin valor la otorgada ante Zapata, ofreciendo su fe y palabra, como caballero e hijodalgo, una y dos y tres veces y más, cuantas de derecho se requieran al fuero y uso de los hijosdalgos de España, de cumplir y mantener la escritura de compañía.


“Soto, al frente de su expedición, y llevando por segundo a Vasco Porcallo de Figueroa, partió de La Habana rumbo a la conquista de La Florida, el 19 de mayo de aquel año de 1539.


“No cabe duda alguna sobre esta fecha, pues así consta precisamente determinada en la carta, que ya citamos, escrita por los oficiales reales de La Florida a la Sacra Cesárea Católica Majestad, en La Habana, el 18 de mayo, dándole cuenta de estar preparada y a punto de partir la expedición, enumerando los buques, gentes y víveres que lleva.


“En dicha carta le expresan a S. M., "que oy, bíspera de nuestra partida", o sea que ésta tendrá lugar al día siguiente, 19, sin que exista o se conozca documento alguno posterior que rectifique lo expresado en esa carta.


“Dan cuenta los oficiales reales que la armada presta a partir la componen cinco naves gruesas, dos carabelas y dos bergantines, no contando dos naves que se perdieron después de la llegada a La Habana.


“La expedición la integraban 237 caballos, "con algunas dobladuras", y 313 peones, sin los de a caballo, sumando en total 513 hombres, aparte de los marineros.


“Califican los avituallamientos que llevaban de los "más abundantes mantenimientos que de España pudiera sacar ningun armada", y los detallan: 3.000 cargas de casabe y 2.550 tocinos y 2.500 hanegas de maíz, "sin otros ganados que para la población y despensa van bivos".


“No se conformó Hernando de Soto con este avituallamiento sino que, teniendo en cuenta las cercanías de Cuba a La Florida, y las facilidades, por tanto, del transporte de mercancías para los expedicionarios, compró en la isla muchas haciendas "que le an costado gran cantidad de dinero que en ninguna otra cosa se an de ocupar que en proveernos".


“Esta carta la firman Juan Gaytán, Juan de Añasco y Luys Fernández de Biedma, todos oficiales reales que formaron parte de la expedición a La Florida.


“Al igual que con las expediciones organizadas en esta isla por Velázquez y Cortés, la de Hernando de Soto, lejos de producir beneficios a nuestra patria, sólo le ocasionó daños y trastornos sin cuento: gente que abandonó el fomento de la agricultura y la ganadería, deslumbrados por la fácil riqueza que le prometía la conquista de La Florida; y disposiciones altamente nocivas a la prosperidad de Cuba, tomadas por Soto con la única mira de llevar adelante su audaz empresa conquistadora de otras tierras.


“Convienen los historiadores españoles, como Pezuela y Rodríguez Ferrer, en señalar como uno de los grandes males producidos a esta isla por los expedicionarios de Hernando de Soto, el haber acabado prácticamente con la cría caballar que aquí existía y que constituía uno de los medios de vida de sus habitantes, pues a más de haberse llevado en la expedición los mejores ejemplares de la ya mermada cría, prohibió Soto rigurosamente que para ninguna parte se exportaran más caballos de Cuba.


“Gonzalo de Guzmán, regidor de la ciudad de Santiago de Cuba, le hace presente al monarca, en carta de 20 de julio de 1538, que la situación de pobreza en que han dejado a los vecinos los expedicionarios de Soto, es tan grave "que aún... la comyda... para todos los vecinos faltaba", y teme que como Soto "lleva los ojos y el pensamiento tan puestos en La Florida", poco le importe la pérdida de Cuba.


“Tanto Guzmán como Bernardino de Quesada, procurador de Santiago, señalan al monarca, como otro daño producido por Soto a Cuba, la despoblación de la misma, al incorporársele numerosos vecinos que, por ello, dejaron abandonados sus trabajos, y además, expresan, a los que queden, le será muy difícil vivir, "porque hasta aquí los vecinos heran rremediados con bender caballos y vastimentos a los nabíos que benían a buscarlos para la Tierra Firme y Perú y agora estorbándoselo como digo el governador Hernando de Soto, los vecinos desta ysla y vasallos de vuestra Magestad reciben muy grand perjuicio y se despoblará la tierra".


“Como se ve, y han hecho resaltar últimamente los historiadores cubanos Emeterio S. Santovenia y José Manuel Pérez Cabrera, la participación que Cuba tuvo en la conquista de La Florida es mucho más intensa y trascendente de lo que a primera vista pudiera parecer. Y no es sólo el hecho de la partida de La Habana para La Florida, el 19 de mayo de 1539, de la expedición de Hernando de Soto, lo que los cubanos debemos conmemorar ahora, a 400 años de distancia, sino también, y principalmente, el sacrificio extraordinario que a Cuba costó esa expedición, despoblándose y empobreciéndose, en provecho de los monarcas españoles y de los audaces e insaciables conquistadores, sin compensación alguna para los habitantes de la isla, víctima ésta y aquéllos, ayer como hoy, por contrasentidos del destino, de la feracidad de su suelo y su posición geográfica excepcional.”




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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2008
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