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La Sociedad de Conciertos de la Habana. Bandera de Cuba.

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La Sociedad de Conciertos de la Habana
en Folklorismo
en Cosas de mi Tierra

Artículo en “Folklorismo” por Eduardo Sánchez de Fuentes editado en 1928 por Imprenta “Molina y Compañía”, Ricla, Num 55-57 en La Habana.


“Orgullosa puede sentirse esta institución de haber rendido victoriosamente su primera jornada, salvando los innumerables obstáculos con que siempre tropieza entre nosotros todo empeño artístico de importancia, sin derivaciones mercantiles que permitan allanar todo genero de dificultades.


“Es sabido que un grupo de entusiastas profesores, como Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig y otros, laboraron con desmedido empeño hasta ver cristalizada la idea, un tanto atrevida, de sumar nuestros mejores elementos músicos en una asociación que mostrara un coeficiente de capacidad técnica necesaria para interpretar obras orquestales de importancia, e inspirada, más que en beneficios materiales, en verdaderos ideales de arte; asociación que respondiera a la necesidad tan sentida por todos los amantes de las bellas artes de contar con una orquesta sinfónica que fuera heraldo cultural de nuestra inquieta urbe. Y surgió, plena de entusiasmo y de voluntad por parte de todos sus elementos constituidos, la flamante y ya triunfadora Sociedad de Conciertos, que ha sido, en mi concepto, el esfuerzo colectivo más serio que, dentro de los músicos, se ha realizado en la Habana de algún tiempo a estas fechas.


“Tres han sido los conciertos que se han celebrado en nuestro primer teatro bajo la dirección del maestro Gonzalo Roig, y diversas las obras que dicha orquesta ha ejecutado, mereciendo por esta primera etapa de su vida artística los más sinceros elogios y los aplausos más calurosos del público (monstruo de cien cabezas, siempre temible, porque raras veces se equivoca), que ha sabido premiar con entusiasmo tan brillante esfuerzo. Desde las obras de Wagner hasta las de nuestros compositores nacionales y las de los españoles residentes en Cuba, todas han ocupado sitio preferente en estos primeros programas, alcanzando los aplausos que merecían del numeroso auditorio que ha concurrido a los conciertos. Algunas de ellas lograron los honores del bis entre frenéticas aclamaciones.


“Esta es la verdad, digan lo que digan los señores cronistas de arte. Justo es consignar aquí, sin embargo, que la mayor parte de los que a tan difícil labor se dedican han aplaudido el esfuerzo y la magnífica actuación de la orquesta, sin reservas mentales. Ocurre desgraciadamente en nuestro ambiente que hasta la enemistad personal suele invadir el difícil campo de la crítica, y por ésta o por "delirio de suficiencia" (enfermedad mental), por "antinacionalismo" o por "sistema" propio del magister dixit, se llega frecuentemente al más absurdo apasionamiento, condición esencial de la que debe estar desposeído todo aquel que oficie en los sagrados altares de la crítica.


“No es exigir un lujo el desear que todos nuestros rotativos paguen verdaderos críticos capaces de juzgar, no ya la obra nacional, sino la de tantos artistas extranjeros que nos vienen visitando cada año y que se marchan de este país con alguna escasa crítica que revele un juicio técnico, concienzudo, discreto, en pro o en contra de su actuación dentro del arte a que se dedican.


“El artista serio gusta de ser juzgado por el crítico competente y honrado. Los defectos deben ser señalados, cuando existen, explicando el porqué de la censura. No basta a veces la buena intención sin una base sólida en que hacerla descansar, ni la tendencia benévola sin el dominio de la materia que se juzga. Nuestro público, que día por día se va cultivando, necesita los juicios serenos, hijos de críticos ecuánimes, libres de compadrazgos o malquerencias; que ayuden en esa obra de perfeccionamiento artístico que todos anhelamos.


“Proseguir por otros caminos es desarrollar inconscientemente una labor que desorienta a los que mayor empeño de cultura tienen, y es poner a la vez de relieve, a los artistas que nos visitan, nuestra incultura artística.


“En mi concepto, deben correr parejas la educación auditiva que nos brinda una agrupación de importancia, como una orquesta sinfónica, y la obra de enseñanza, explicativa, puntualizadora, complementaria, si se quiere, de aquella, que dentro de los cánones de la honradez y la justicia debe realizar la crítica.


“En cuanto a la labor de nuestros compositores, ya surgirá. ¿Cuánto tiempo hace que no teníamos orquesta? ¿Que aliciente, qué estimulo encontraba el músico para cultivarse, para llegar a producir una obra sinfónica, si le faltó siempre el intérprete? Algún aislado concurso hizo el milagro de un esfuerzo en este sentido; algún iluso se desveló escribiendo obras que el acaso hizo que encontrasen aplauso en otros ambientes menos apasionados y hostiles... Pero ahora, ya constituida la valiosa agrupación de nuestros músicos, no será tanta la locura de intentar con algunas partituras un exponente nacional. Tenemos también músicos jóvenes que actualmente se cultivan en otros climas. A todo puede llegarse con la perseverancia y la buena fe, ignorándose las sorpresas que nos reserva el futuro.


“Amplios horizontes tiene ante su vista la Sociedad de Conciertos, que puede llegar a los más altos escalones del arte patrio, inculcando, a su vez, en nuestro público el amor al clasicismo y familiarizándolo con las grandes obras de los más grandes genios de la música.


“Todos los comienzos son arduos.


“Hay en ese grupo de artistas esforzados que hoy trabajan, puestos los ojos en el sagrado ideal, desde el inteligente y laborioso maestro Roig hasta el último profesor, el tesonero empeño de que la agrupación arraigue y se perfeccione para acometer mayores empresas, y esto, en sí, ya es bastante.


“No decaigan nuestros artistas por tal o cual diatriba, por aquel obstáculo o por este inconveniente. ¡Perseverar es vencer! Lo más difícil está hecho. Y no olviden todos que criticar es mucho más fácil que producir. (*)”


“(*) Este artículo fue escrito en 1922, cuando la Orquesta Sinfónica terminó su primera serie de conciertos.”





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Última Revisión: 1 de Mayo del 2006
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