Guije.com Monumento a Juan Clemente Zenea en La Habana, Cuba.

Monumento a Juan Clemente Zenea, La Habana. Bandera de Cuba

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Monumento a Juan Clemente Zenea
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Monumento a Juan Clemente Zenea en el Prado de La Habana. Foto del 2007.
Monumento a Juan Clemente Zenea
en el Prado de La Habana

El Monumento a Juan Clemente Zenea fue erigido al comienzo del Paseo de Martí (o El Prado de La Habana) en la década de los años 1920 por gestiones de la hija del poeta, Piedad Zenea de Bobadilla. La figura del poeta Juan Clemente Zenea es de bronce de medidas naturales el cual se presenta sentado meditando al extremo de una peña representada por un gran bloque de mármol blanco. En la parte inferior de la peña se destaca una figura desnuda de mujer con una lira en el brazo izquierdo la cual simboliza “la inspiración poética”. En la parte posterior del bloque de mármol aparecen grabados los versos “A una golondrina” de Juan Clemente Zenea. El monumento fue hecho Ramón Mateu, escultor español que vivió muchos años en Cuba.



Juan Clemente Zenea - Referencia: El siguiente artículo proviene de la revista Bohemia del 26 de Octubre de 1952, Año 44, Número 43, páginas 156-157.


“Ningún personaje del mundo literario cubano, por su actuación política, ninguno, es tan discutido como Zenea. Un tinte dramático cuaja los últimos días de su vida: martirizado por sus enemigos y acusado por sus propios compatriotas.


“Aun en nuestra época, el poeta sigue recibiendo dardos. Don Manuel Sanguily, en cierto instante, habló "respecto al carácter moral y los confusos propósitos de Zenea". Y otro grande, don Enrique José Varona, "se rinde ante la realidad lastimosa" del doctor Antonio L. Valverde, que en 1927 tuvo el valor de publicar el proceso Zenea, libro demoledor, cargado de datos, en el que afirma que "el poeta rodó por una pendiente de indignidad, sin escrúpulo alguno; y da dolor unas veces, y otras coraje, ver lo que hizo por proporcionarse dinero". Y agrega: "Su familia también tuvo ese afán, y su hija (Piedad Zenea) cobró el precio del fusilamiento de su padre, por haber sido un fiel servidor de España". El cienfueguero Roque Garrigó, en otro libro sobre el tema, también nos da una desoladora impresión, desde luego, no tan virulenta como la anterior. Por el contrario, Juan J. Remos, tras calificar a Zenea de ser "el más notable de los poetas elegíacos cubanos", con su tradicional mesura, el profesor lo defiende en su conducta política: "Su nombre en el martirologio nacional -dice Remos-, debe acallar toda sospecha. La actitud de los fiscales de Zenea, ya en la República, es doblemente repulsiva". Y antes que todos, en un ingenuo intento, el literato Enrique Piñeyro, exaltó al poeta fusilado hasta liberarlo de toda culpa.


“Su recorrido en la vida, desde que nace en Bayamo, el 24 de febrero de de 1832, lo preside la inquietud. Tras cursar la enseñanza elemental, Juan Clemente Zenea pasa a La Habana a vivir en casa de un tío suyo, pues su padre, cubano, que es militar español, ha sido trasladado a la Península. En la capital, el joven se dedica por entero a la lectura incesante, haciendo versos, lo que ya es una vocación en la familia -dos primos suyos, José Fornaris e Ildefonso Estrada, también son poetas-. A los diecisiete años obtiene un puesto de redactor en el diario "La Prensa" y su carácter revolucionario da lugar a que por un folletín publicado en Semana Santa, el Obispo lo persiga. El padre de Juan Clemente obliga a su díscolo hijo a firmar una carta de retractación. El enojo lo amortigua su romance con Adah Menken, una bailarina norteamericana, de raza judía. Más tarde, en 1852, cuando el poeta tiene que huir de Cuba por sus actividades conspiratorias, de nuevo florece el amor te Adah, hasta que al fin se separan definitivamente.


“En 1854 Zenea regresa a La Habana, acogido a la amnistía. Aquí da clases de idiomas y de literatura extranjera. Diez años después, habiendo fundado un hogar, parte para New York. Se inicia en actividades comerciales y fracasa. Entonces el poeta Pedro Santacilia lo llama a México y al estallar la Guerra de Yara se enrola en la frustrada expedición del "Liliam". De Nassau vuelve a New York a trabajar en el periódico "La Revolución". Se inmiscuye en las discordias entre "quesadistas" y "aldamistas" y, decepcionado, acepta una encomienda pacifista, de acuerdo con el gobierno español.


“Al arribar a la manigua cubana se entrevista con Céspedes, "pero sin dejarle traducir la menor intención de sus propósitos". Parece que no halló deseos de paz entre las tropas insurrectas. Se dispone a retornar a los Estados Unidos, y es entonces cuando lo capturan soldados hispanos. No le valió el salvoconducto que llevaba, pues conducido a la fortaleza de La Cabaña, tras ocho meses de prisión, el poeta es fusilado el 25 de agosto de 1871.


“Digno fin de una vida complicada en que ambos bandos lo acusaban de traidor...”



Juan Clemente Zenea en Autores Cubanos




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Última Revisión: 10 de Enero del 2008
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