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Apéndice 1
Apéndice 2
Apéndice 3
Apéndice 4
Apéndice 5
Apéndice 6
Apéndice 7
Apéndice 8



El Municipio de Trinidad
“Historia de Trinidad”
“Parte Cuarta”
“Capítulo IX”
“De las Fiestas de Corpus Christi”
Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba

“Sumario: Evocación del viejo Corpus Christi. -Solemnidades de estas fiestas. -Disposiciones gubernativas sobre la marcha de las procesiones. -Orden de las fuerzas armadas. -Las procesiones de Corpus son anteriores a las de semana santa. -Fondos para atender a esas festividades. -Grotescas figuras precedían las procesiones. -Procesión de la "octava" celebrada por la iglesia de San Francisco. -Cantineras, ginebra y vinos. -Procesiones de los "impedidos" y del "relicario". -Las procesiones de Corpus en los últimos tiempos.


“La fecha en que la Iglesia Católica celebra el día de CORPUS CHRISTI (1) siempre es un jueves, por lo que dice el viejo cantar, bastante olvidado,


Hay tres jueves en el año que
causan admiración:
Jueves Santo, Corpus Christi,
y Jueves de la Ascensión.

“Si se exceptúa el jueves santo, no tienen ya esas fechas la celebración que enseña el cantar, sin embargo, va surgiendo del olvido el día de Corpus, como rememorando épocas que parecen hacer buena la copla de Jorge Manrique de


Cualquiera tiempo pasado fue mejor.

“El viejo jueves de Corpus tan animado con sus fiestas místicas y profanas aun se realzaba más con la grandiosa procesión en la que el poderlo de las armas se rendía, humildemente, al paso de Jesús sacramentado. La tropa regular y las milicias locales, compuestas éstas de gente de lo más distinguido, luciendo vistosos uniformes, cubrían la carrera, y se ocupaban las calles con inacabable parada militar.


“De aquella época, en la parte alta de la ciudad que fue, como el centro de la Trinidad opulenta del pasado, con sus caseronas señoriales, quedan, aun, pendientes de las casas, situadas en las viejas calles de Amargura, Real del Jigüe, San José y Desengaño, las argollas cerca de los guardapolvos, de los que pendían los enormes toldos que se abrían como gigantescos quitasoles, al paso de la procesión.


“En casi todas las calles, camino de la procesión, habitadas por gente rica y piadosa se levantaban espléndidos altares, adornados con verdes ramos de palma real y frescos pámpanos de que pendían opimos racimos de uvas, empleando en la decoración floreros, candelabros y otros artefactos valiosos, joyas de familias que se sacaban a relucir en este memorable día. Se tendían lujosas y grandes alfombras, que hacían tenues y apagados los pasos del enorme público, y juncos y flores variadas tapizaban el empedrado.


“¡Qué noches en vela, adornando los altares, esperando la mariana de junio, azulada y radiante, para presenciar, de rodillas, el paso del Santísimo, entre cordones de fieles y columnas de marciales militares, mientras las músicas, bulliciosas, atronaban el espacio y los rayos del sol mañanero, al herir los relucientes aceros, trazaban como zigzags luminosos!


“En las ventanas señoriales daban la nota alegre sedosas cortinas de rojo y finísimo damasco y, al paso de la, Divina Forma, doblaban las rodillas las piadosas trinitarias que parecían tener en sus ojazos, libres de afeites, las vivas llamaradas de pasiones profundas...


“Rebuscando en el cenicero del pasado, aparecen los datos de la fecha de Corpus Christi como una señal de su grandeza. En 16 de junio de 1824. Valle, el jefe de la plaza, daba esta orden:


“"Debiendo formar toda la tropa franca de servicio, el jueves 17 del corriente, día del Santísimo Corpus Christi, se hallará, a la hora y en paraje acostumbrado, apoyando el costado derecho, a la Capilla Parroquial, la compañía de fusileros del batallón Provisional: seguirán las dos compañías de las Milicias Provinciales; a éstas seguirá el batallón de Voluntarios Realistas, Primero de Fernando Séptimo y las compañías de Pardos Morenos del propio nombre cerrarán la retaguardia de la formación. Por los respectivos Comandantes se mandará a abrir las calles, para honores, en dos filas, de suerte que quede guarnecida la extensión por donde pasará la procesión. Un Sargento y ocho soldados de Dragones de América abrirán la marcha.


“"La compañía de granaderos del Provisional destacará seis hombres a los costados del palio y, su Comandante, con el resto, seguirá detrás y, después de éste un piquete del citado Escuadrón de Dragones. Concluida esta función religiosa, se retirarán las tropas a sus cuarteles: encargando a los respectivos Comandantes de ellas las presenten con el mayor aseo".


“La procesión de Corpus Christi correspondía a la Parroquial Mayor Santísima Trinidad o al Convento de San Francisco de Asís donde estuvo la Parroquia; pero, la Auxiliar de San Francisco de Paula también celebraba la festividad con extraordinaria pompa. No es posible dejar de reproducir lo que sobre ese acto religioso aparece en "Correo de Trinidad", del jueves, cinco de junio de 1845. Es muy interesante y sirve para formarse una idea de la grandiosidad de las fiestas: "No había una sola casa -se lee en el "Correo"- cuyas ventanas no se vieran vestidas de hermosas colgaduras, ocupando, además, los espacios intermedios de ambas aceras verdes y lozanas palmas que producían el efecto de una selva deliciosa. Flameaban en las almenas y balcones de muchos edificios vistosísimas banderas de diversas naciones. El suelo, por todo aquel recinto, se hallaba regado de flores y juncos, haciendo más cómodo el tránsito por donde no se respiraba otro ambiente que el exhalado por los aromas exquisitos de nuestros jazmines y claveles. Rivalizaron los vecinos, haciendo patentes demostraciones por contribuir al mejor lucimiento de esta función, ya poniendo toldos, como lo hicieron cuantos tuvieron posibilidad para ello, ya preparando altares o puntos de descanso para, el Ministro del Señor, había cuatro de estos en la carrera, de los cuales dos estaban en la calle de Gutiérrez., uno, en la del Desengaño y otro, en la de Jesús María. El mayor ornato y buen guste resaltaba en todo, habiéndonos sido muy satisfactorio ver el que costearon varios señores del comercio por invitación de un buen vecino a quien le ayudaron con todo cuanto fue necesario. Se situó éste en el espacio que forman las cuatro esquinas de las calles de Gutiérrez y Rosario. La extrañeza de su construcción y el punto en que fue colocado hicieron llamar la atención hacia este altar formado sobre una meseta o plataforma de diez y seis varas planas, sobre una y tres cuartas de altura a la cual se subía por una grada de seis escalones a todo su ancho, bajándose por otra igual que se hallaba en el lado opuesto, ambas vistosamente alfombradas. Del pavimento de aquel entarimado se levantaban cuatro columnas, es decir, una de cada ángulo, vestidas de damasco carmesí, excepto sus bases que lo estaban de blanco. Descansaba sobre ellas la cúpula o pabellón también blanco, de figura cuadrada y cónica, de cuyo centro se suspendía una cruz que servía para remate elevándose el todo seis y medias varas sobre el pavimento de la calle.


“"La sencillez de este templete era su mayor elegancia: todo estaba allí con primor y con inteligencia. La Cruz justamente celebrada por su belleza y buen gusto. Las gradas, a derecha e izquierda, estaban ocupadas con macetas de escogidas flores naturales. El monumento que alumbraba el altar formado en el centro de glorieta, así como la rica colgadura que pendía de los cuatro frentes de donde arrancaba a media naranja, y, en fin, toda la 'parte de perspectiva y de adorno daban una idea cabal de la inteligencia y exquisito tino del que lo dirigiera: además, una escolta del lucido Regimiento de Cuba que custodiaba su derredor contribuía a dar a la obra toda aquella importancia digna del sagrado objeto a que se dedicaba".


“Fue, en verdad, solemne y lucida esa procesión de Corpus que, a diferencia de las de la Parroquial, se celebró por la tarde, y que fue extraordinariamente realzada tanto por el elemento oficial como por el civil.


“La festividad del Corpus Christi, anterior a las procesiones de la Semana Mayor, data de tiempos muy remotos, desde los primeros años en que quedó establecida- aquí la Iglesia Católica. El día de Corpus se celebraba con actos religiosos y otros profanos, remontándose a los primeros tiempos la costumbre de recorrer las calles los "diablitos", extravagantes figuras de pequeños endemoniados rojos, y los "gigantes", que eran pagados oficialmente, pues, en acta del Cabildo Consistorial (año 1730) aparece haberse pagado a un moreno que recorrió las calles de Trinidad haciendo de "gigante" el día de Corpus de ese año.


“En el año de 1730, los señores Capitulares acordaron, a consecuencia de haberse agotado la consignación de "propios", hacer los gastos a prorrata y, por repartos, entre todos los gremios, para abonar el importe del paseo de la tarasca, gigantones y otras atenciones de la festividad de Corpus.


“En aquella época iban delante de la procesión esas extrañas y ridículas figuras, como la tarasca -figura de serpiente monstruosa- la tarasquilla, otra figura de miembros desproporcionados y los gigantes, muñecos de gran tamaño, pero no era posible que perdurara esa costumbre; y, así, una Real Disposición del 10 de abril de 1772 los prohibió, diciendo que: "lejos de autorizar semejantes figurones, la procesión y culto del Smo. Sacramento, servían de befa para aumentar el desorden y distraer o enfriar la devoción de su Majestad Divina". Esta prohibición, expresamente, consta en el título de las Leyes Recopiladas, tanto en lo referente a los gigantones como a las danzas y otras prácticas profanas, contrarias al decoro y grandeza de las funciones eclesiásticas.


“En Trinidad parece que, hasta su prohibición, no dejó nunca de prescindirse de esas costumbres profanas importadas de la Metrópoli. Así vemos que, el Cabildo Consistorial de esta ciudad, se reúne en 1º de septiembre de 1752, para declarar que, para las fiestas de Corpus, se hallaban faltos de vestuario los gigantes, las tarascas y los griegos hasta los últimos años de la dominación española, sin los ridículos figurones, se mantuvieron los paseos de los "diablitos", aunque no formando parte de la procesión.


“Se ha visto la suntuosidad de la procesión de la "octava" celebrada por la Iglesia San Francisco de Paula. Antes la celebraba el Convento de San Francisco de Asís, y era honor, para el Cabildo Consistorial, llevar en la infraoctava el Guión y varas del Palio, lo que se prevenía con anticipación a Cura y Padre y Guardián del Convento de San Francisco, según consta en acuerdo municipal de 16 de junio de 1752.


“Era un encanto en las antiguas procesiones de Corpus ver a las lindas cantineras, tiernos pimpollos femeninos que, con típico traje, llevaban, cruzados a la espalda, barrilitos de ginebra, vino de Málaga o agua que repartían al igual que frescas y deliciosas uvas que formaban adorno en lo altares y después se regalaban en artísticas cestas. Otra procesión de Corpus, llamada de los Impedidos y, también, del Relicario, tenía efecto el segundo lunes de Resurrección, en ambas Parroquias, anunciándose al público "para que, en la casa que hubiera impedido, avisen en tiempo, para señalar las calles de la carrera, y avisar a los vecinos para que las aseen y que, las personas que puedan asistan a un acto tan piadoso y obra de misericordia de visitar a los enfermos".


“Este aviso lo firma José Rafael de Medina por la Obrapía del Santísimo Sacramento. Esta procesión era acompañada por niños de ambos sexos, portando faroles y, en ocasiones, el Santísimo lo conducía el párroco dentro de un carruaje adornado preciosamente.


“En estos últimos tiempos, la procesión del Santísimo Corpus Christi, no, precisamente. su propio día, sino en el domingo posterior, ha recorrido las calles desde la Santísima Trinidad hasta la Popa. Volvieron a levantarse artísticos altares y la bandera de la estrella solitaria adornó las calles del tránsito. En años más recientes, festejándose conjuntamente la patrona de la población -La Santísima Trinidad-, la procesión de Corpus Christi fue hasta el templete o sea, el lugar donde se dijo la primera misa. Y si no han escoltado a la Divina Forma apuestos granaderos, ni ha brillado el sol matutino sobre las armas relucientes y los vistosos uniformes, sí han ido los fieles devotos, con unción mística, acompañando a Jesús Sacramentado, mientras, los más -el pueblo en su mayoría en calles y casas ha permanecido en aptitud de indiferente contemplación.


“Corpus se fue... y debe volver, como el jueves Santo, en que los más impíos, arrostran pueriles temores y prejuicios y llevan sobre los hombros a la milagrosa imagen de nuestro Señor de la Veracruz. Volver debe la. fiesta de la Ascensión, con los templos convertidos en alegres pajareras que, en el acto sublime de la consagración, abrían sus puertas y de ellas alzaban el vuelo, con la música alegre de sus trinos, bandadas de canoras aves que se elevaban como imitando al Redentor en su vuelo magnífico a los cielos.


“Así, reviviendo las tres festividades descritas, podremos estar satisfechos de nuestro amor a la tradición, y podremos repetir siempre la copla popular que aprendimos de nuestros abuelos:


“Hay tres jueves en el año que causan admiración...”



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“(1) La fiesta de Carpas es anterior al siglo XIII. En España, dice Don Marcelino Menéndez Pelayo la introdujo Berenguer de Palaciolo que murió en 1314.”




Vistas de la ciudad de Trinidad, en la provincia de Las Villas en las Tarjetas Postales




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Última Revisión: 1 de Mayo del 2005
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