Guije.com Templete en «Historia de Trinidad» en Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba


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Apéndice 1
Apéndice 2
Apéndice 3
Apéndice 4
Apéndice 5
Apéndice 6
Apéndice 7
Apéndice 8



El Municipio de Trinidad
“Historia de Trinidad”
“Parte Cuarta”
“Capítulo I”
“De la primera misa celebrada y de nuestro Templete”
Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba

“Sumario: Ojeada histórica sobre el templete habanero. -Lugar en que se dijo en Trinidad la primera misa. -Reminiscencia de ese acto en el escudo de Trinidad. -Recuerdos del famoso jigüey del P. las Casas. -Esfuerzos varios para la construcción de un templete en la ciudad. -Palabras del Presbítero Tomás Muñoz en 1845. -Disposición testamentaria del P. Muñoz. -Plantación a principios de nuestro siglo de jigües en el histórico sitio. -Desaparición de lo hecho. -Resurge en 1927 el proyecto del templete. -Festividades celebradas en 1927. -La gran fiesta de la Santísima Trinidad. -El pendón de Castilla desde 1737. -Paseo de esa insignia. -El pendón de 1844. -Iniciativa en 1938 del Ateneo de Santa Clara. -Obra del Club Rotario.


“Antes de ocuparnos de los orígenes de nuestro templete, echemos una ojeada sobre el de la Habana. Se levantó, primero, en 1754 gobernando la Isla el Mariscal Campo, Don Francisco Cagigal de Vega, en forma de obelisco de piedras, de nueve caras, en el mismo lugar donde había estado la primitiva ceiba, bajo cuyas frondosas ramas se dijo, en 1519, la primera misa. Más tarde, en 1827, el Gobernador General, Don Francisco Dionisio Vives, dispuso la construcción de un templete, verdadero monumento que fue inaugurado el 19 de marzo siguiente, oficiando de Pontifical el piadoso Obispo Espada.


“La tradición, reafirmada por hechos históricos y datos incontrovertibles, da como seguro que, en la esquina de las calles Real y Boca, bajo un jigüe, celebro, por primera vez, el sacrificio de la misa, en 1514, aquel visionario, de blanco hábito, que dio la primera bendición ante los conquistadores y las indiadas humildes: Fray Bartolomé de las Casas.


“En el escudo de Armas concedido a Trinidad, como premio de hechos heroicos, figura el simbólico jigüe con los detalles de la celebración de la primera misa. La calle Real, según consta de documentos antiguos, lleva el sobrenombre del Jigüe como recuerdo del árbol histórico que sirvió de entoldado a la primera misa dicha en nuestro pueblo.


“Nuestros antepasados contaban que, con trozos del primitivo jigüe, guardados como trofeos de la fe, fue construida la cruz que se colocó en la torre del Convento de San Francisco de Asís al edificarse este, y, personas piadosas guardaron, hasta donde lo permitió su conservación, sagrados pedazos del árbol memorable.


“Epocas de gran florecimiento ha tenido Trinidad y, pruebas fehacientes han quedado de la religiosidad de nuestros antepasados, pero, -a diferencia de la Habana- no se levantó aquí el templete que conmemorara, al par del acto religioso, la fundación de la villa puesta bajo la advocación de la Santísima Trinidad. No obstante, un trinitario ilustre, el Presbítero D. Tomás Muñoz fue un decidido apóstol de la idea de construir un templete y, al otorgar testamento no lo olvidó. Este sacerdote trinitario en el sermón de la Titular de la ciudad de Trinidad, predicado en su Iglesia Parroquial (en esa época, el Convento de San Francisco de Asís), y en página de elocuentísima oratoria sagrada, decía, al desenvolver el tema de tan importante misterio.


“"Este es el misterio de la Santísima Trinidad que celebra hoy (18 de mayo de 1845) la santa Iglesia, para cuyo elogio he tenido el honor de ser destinado, a quien, como Patrona Titular, tributa cultos el Ilustre Cabildo Justicia y Regimiento de esta ciudad de Trinidad, en memoria de haber pisado en este día los descubridores de la Siempre Fiel Isla de Cuba la débil cinta de nuestras arenas en su fundación en 1514: desde cuya época recibieron nuestros padres la doctrina de Jesucristo; tuvieron la fe que profesaron en sus bautismos, y ofrecieron sacrificios al verdadero Dios, bajo un frondoso árbol que sirvió de primer templo, el cual (según tradición), no distaba del lugar donde hoy nos hallamos, y ojalá que, a imitación de nuestra Capital de la Habana, erigiera allí un monumento público que recordase a la posteridad tan fausto día".


“El padre Muñoz predicaba con el ejemplo, porque, según consta en codicilo de veinte de septiembre de 1848, ante el escribano Don Manuel Aparicio, dispuso que se invirtiera, de la santidad testada mil pesos que "se entreguen al Muy Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad para que, en el lugar que ocupó el jigüe, a cuya sombra se celebró la primera misa en esta ciudad, se sirva mandar erigir un monumento correspondiente en memoria de tan fausto suceso". ¡Lástima que no se cumpliera -en este extremo- la voluntad de testador tan amante de su pueblo! Y viva aquí su memoria para estímulo de muchos.


“En esa esquina que forman las calles de Boca y Real del Jigüe se sembraron jigües de vez en cuando; pero, por incuria o abandono de los llamados a conservarlos, no tardaron en mustiarse. No hace muchos años, ocupando la Alcaldía Municipal, el Dr. Manuel L. Irarragorri y Cadalso, siendo Párroco el tan piadoso, como patriota, sacerdote Angel Tudurí, presidido por esas autoridades, concurrió a ese sitio histórico el pueblo, habiéndose, previamente, construido varias columnas de mampostería unidas con rejas de hierro de las que se quitaron a la plaza de Carrillo, y se volvió a plantar un jigüe y a sembrar varias plantas decorativas. Ese día se celebró allí una misa por el Padre Tudurí.


“A poco tiempo, con excepción de algunas columnas y rejas, todo había desaparecido. Así las cosas, en el año 1927, el Director del periódico "El Obrero" inició gestiones para la reconstrucción de dicho templete hasta obtener que la entusiasta trinitaria Doña Carmen Fernández Balloveras, costeara la cruz que se colocó en el sagrado lugar y se plantó otro jigüe, que aún subsiste frondoso. Después, el alcalde Municipal, señor Carlos Pérez, ordenó colocar, alrededor del jigüe, una verja de hierro que perteneció al brocal de uno de los aljibes de la Popa; y, la misma autoridad, poco después, dispuso la colocación de una nueva verja en el templete, sustituyendo, también, las columnas de mampostería por otras de hierro, para dar mayor protección a ese lugar.


“En esa sagrada plazoleta, visitada por cuantas personas de relieve vienen a Trinidad, hay que levantar un verdadero monumento por honor a la tradición, por piedad y por ornato público. Ahí se celebró, el día de la fundación, el santo sacrificio de la misa, fausto suceso que, como muy bien señaló el Padre Muñoz, requiere la erección de un monumento; y, en estos últimos tiempos, en los años 1927 y 1928, el día de la patrona, la Santísima Trinidad, también acudió el pueblo a oír, con recogimiento, la misa celebrada como homenaje religioso a un hecho histórico. En 1927, el párroco, Fray Fabián Encina invitó a las cofradías, asociaciones y pueblo católico, en general, para la velación nocturna, desde las diez de la noche del 11 hasta las cinco de la mañana del 12 de junio hora en que, celebrada la misa, se salió en procesión hasta el templete en donde se dijo la misa solemne.


“Se levantaron artísticos altares, y el adorno del Mayor y decorado de la Iglesia quedaron a cargo del vecino Andrés Lara. El altar, levantado en el portal del Palacio de Brunet, fue una bella obra de Doña Carmen Zayas, y de las Srtas. Conchita Iznaga y Merceditas Sánchez, con la cooperación de otras señoritas. Lucía ese altar, entre otros objetos de valor, un par de magníficos floreros de porcelana que pertenecieron a Doña Monserrate de Lara, y un paño, artísticamente bordado en oro, de la misma procedencia.


“En el portal del edificio que ocupa el colegio de las Madres Dominicas, se levantó otro hermoso altar que fue decorado por las señoritas Herminia Guzmán y Francisca Lloveras con la cooperación eficaz del señor Gerardo Miranda.


“El altar elegantísimo, levantado entre las casas de las familias Gallardo y Béquer en la calle Real, fue construido por ellas. En el templete se levantó un severo altar bellamente decorado también por las Srtas. Guzmán, Lloveras y el Sr. Miranda. En lo alto se destacaba un gallardete con el nombre de TRINIDAD.


“En dicha plazoleta del Jigüe se sembró, en la mañana del doce, dicho arbolito, y la siembra la hizo el joven "Congo" Iznaga. Este jigüe, regalo del señor Carlos Zerquera, se secó y plantó otro que subsiste, el señor Pedro J. Valdespino.


“Una comisión se entendió en los festejos profanos del día de la Patrona. En todo el medio día estuvo concurridísimo el Parque Martí con motivo de los juegos que allí se celebraron, como carreras en saco, huevo escondido, cucaña metálica y otros. Mucho rió y gozó la gente menuda y, hasta la mayor, habiendo más de un incidente jovial. Por la tarde, fue un gran éxito el concurso de globos de papel y se distinguieron en esto los sucesores del afamado Eusebio Barceló -"Tres Yucas"-, Eduardo Magdaley y Pancho Rueda que demostraron sus habilidades aerostáticas, pues, más de un globo "se lo tragó lo nube", como decía el público. Los globos fueron muy bien hechos, sobre todo, el último que tenía este letrero: "¡Viva la Santísima Trinidad!".


“Hubo, además en el día de la Patrona máscaras, parrandas, voladores y una animada matinée bailable. En la época colonial, el día de la Patrona, se paseaba el pendón, llamado de Castilla. El pendón Real, de fondo morado y bordadas en oro las armas reales de Castilla y de León, era un honor que Trinidad mereció desde principios del sigo XVIII. En sesión de Cabildo de 1° de octubre del año 1737, se dio cuenta del mandato real de que se saque el pendón en las fiestas de la Patrona, en conformidad con lo dispuesto en la ley de Recopilación de Indias, y, aunque esta ley se derogó en 1812, en 11 de febrero de 1815, se restableció el paseo del Pendón. Por Real Cédula de 31 de julio de 1631 se ordenó depositar el Pendón en la casa del Alférez Real, como era uso en Castilla. El día de la Santísima Trinidad, como Patrona de la ciudad, el Ayuntamiento concurría a una gran fiesta a la Iglesia Parroquial, llevando el Pendón con músicas y escoltas militares. El Pendón lo conducía el Alférez Real, y el último, lo fue, en Trinidad el Exmo. Don Justo Germán Cantero y Anderson. El Pendón, aunque estaba dispuesto tenerlo con guardias en la casa del Alférez Real, muchos años estuvo últimamente, en la Sala Capitular y, al terminarse la dominación española, el del Ayuntamiento de Trinidad fue llevado a Madrid. Este Pendón, databa de 18 de febrero de 1844, en que se juró, en esta ciudad, a, la Reina Isabel Segunda, y fue costeado por el entonces Alférez Real, Don Alejo Iznaga Borrell. En Cabildo de 9 de enero de 1733, se trataron entre otras cosas de los gastos originados por esa festividad religiosa, y así se entregó esta cuenta: "Predicador: doce pesos cuatro reales; vino y biscochuelos: cinco reales: Cura, órgano y bajonista: trece pesos; cinco libras de cera: siete pesos cuatro reales; leña para fogatas: dos pesos".


“Es una fecha apropiada, la de la Santísima Trinidad, para visitar el sagrado lugar, donde los arrojados conquistadores hicieron alto y el ejemplar Padre de las Casas, con su bendición sacerdotal inspiraba tal vez, un poco de piedad a esos aventureros, que, como dice el lírico Ricardo León, "con los aceros azotaban los mares". Si en los tiempos pasados el día de la Santísima Trinidad, como en el de nuestra Patrona, el Ayuntamiento concurría a una gran fiesta de iglesia, llevando enarbolado el Pendón la insignia Real de Castilla y de León, -que muy pocos Ayuntamientos tenían el derecho de usar-, en las épocas actuales, para cultivar la tradición, -que es el alma de los pueblos-, debemos acudir al templete el día de la Patrona y hacer que allí se levante -como en la Habana- un verdadero monumento que recuerde, a propios y extraños la importancia de nuestra historia y los lunares consagrados por ella.


“En aras de tan hermosa tradición se ha colocado, por el Ateneo de Villaclara, un pequeño muro, con una inscripción en mármol, que señala el fausto suceso de la fundación de Trinidad. -El acto se celebró el 12 de junio de 1938, y ofició en la misa el Obispo de esta Diócesis, Monseñor Eduardo Martínez Dalmau. En 1942, 20 de mayo y 12 de octubre, también se celebraron en el templete misas con motivo de las festividades de esos días y se redactó un programa de festejos, el citado día 20, para celebrar en forma extraordinaria, el primer centenario del gobierno de Narciso López por el Club Rotario. En 1943, día 24 de febrero, el Club de Leones colocó una lápida de mármol en el histórico lugar del templete cono homenaje a Fray Bartolomé de las Casas. La lápida dice "A FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS, INSIGNE CO-FUNDADOR DE TRINIDAD Y UNO DE LOS GRANDES CREADORES DEL "ETHOS" AMERICANO A.D. MCMXLIII.”




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Última Revisión: 1 de Mayo del 2005
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